No es el sector público el encargado de absorber puestos de trabajo, es el sector privado el gran captador de empleo. La esfera pública, si se dedica a emplear como uno de sus objetivos, termina abusando del ya obeso aparato estatal y los servicios públicos, lejos de mejorar, empeoran. Más burocracia desmejora la histórica mala calidad del gasto público. Peor aún, si el engrosamiento del tamaño del Estado es por razones políticas o electorales.
La teoría económica del mercado del trabajo y la evidencia que la respalda ha desarrollado dos grandes formas que permiten mejorar el empleo: o se moderniza el mercado laboral haciendo las relaciones trabajador-empleador más flexibles, para que las empresas puedan adaptarse mejor a los vaivenes del mercado nacional o internacional y captar mayor número de trabajadores, o se amplía la demanda de producción nacional para que las empresas puedan contratar mayor cantidad de mano de obra. En el primer caso, las normas en el país lejos de mejorar y modernizarse se han endurecido haciendo imposible más flexibilidad laboral. Cierto es que han existido abusos de malos empresarios que han deteriorado las relaciones laborables y han dado pie para leyes como las actuales, pero no debería haberse juzgado para ellos sino para beneficio de trabajadores y del propio empleo. Ahora el diálogo entre las partes se torna difícil y de mutua desconfianza, y los desempleados, que son los más afectados, definitivamente en estas condiciones no encontrarán empleo.
Mejorar la ocupación con estímulos a la demanda son criterios más "keynesianos" que neoclásicos. Sin embargo, si aumentan la demanda y la oferta no responde, la válvula de escape es con mayor inflación. Incrementos de demanda que busquen mejorar el empleo sin la contrapartida en producción genera más inflación o también puede acarrear fuga de capitales.
Por esto es que se requiere más inversión privada, nacional o extranjera, que estimule la actividad económica y las empresas puedan producir más, sin crecimiento de precios, y contratar más trabajadores.
Si se mantiene el actual ritmo de gasto público, la liquidez crecerá, la baja inversión impedirá más producción y el empleo se va a estancar o va a empeorar con un ingrediente adicional: mayor inflación. Estos conceptos no son nuevos, son principios económicos básicos que deberían conocer y entender las autoridades del Gobierno. Que de un mes a otro baje el desempleo no sirve de nada, pues de forma pareja sube el subempleo y en mayor proporción. El empleo mejora con estabilidad, más inversión, más producción, mayor flexibilidad laboral y más crecimiento económico. Cualquier otro logro será pírrico y transitorio. Por supuesto que esto no se resuelve a corto plazo. No obstante, si persisten en lo mismo, el largo plazo va a tener más desempleados, más desocupados, más migración y más pobreza.
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